La migracion desde el punto de vista de la Religión, de la política, de la economía, de la sociedad y de la Fé. Proyecto de comunicación a cargo de los Laicos Misioneros Scalabrinianos de Tijuana.
22 agosto 2010
Conociendo a Madre Assunta
Madre Assunta, la tercera de los once hijos de Angelo Marchetti e Carolina Ghilarducci. Nace en Lombrici de Camaiore (Luca) Italia, el 15 de Agosto de 1871. Primero que ella nacieron sus hermanos Agustín y José. El primero ayudaba a su padre en el molino de Lombrici y también en el molino de Capezzano, siempre in Camaiore. José habia manifestado el deseo de ser sacerdote y con la ayuda del marqués G.B. Mansi, patrón del molino de Capezzano, estudiaba para ser sacerdote. También Madre Assunta tenía una vocazione, que cultivaba secretamente; ma aún no entendía clararamente y esperaba con calma la voz del Señor.
Dios habla en muchos modos: ordinariamente con una inspiración intima, que todavía no es suficiente. Él se encarga de mostrarnos nuestro camino un poco a la vez, por medio de los acontecimientos, a veces insignificantes en apariencia, seguidamente imprevistos. Assunta sobretodo pensaba en el Carmelo pero no se sentía segura, pensava en otros Institutos, pero siempre encontraba un "pero" que la desorientaba. De una cosa se sentía segura: sería toda de Cristo que la llamaba todas las mañanas a la Eucaristía. Y otra cosa sabía mejor, o mejor dicho, quería: hacer Su Voluntad. La había descubierto una vez: lo importante era estar atenta a su Voz, que por lo regular es como "el murmullo de un viento ligero", y estar lista para seguirlo.
Por lo pronto era fiel a las tres "c", chiesa, casa, cucina. Nonostante estas tres cosas que circundaban su vida cotidiana de pequeña mujer de casa, no tiraba fuera miradas impacientes. "Dios ve y provee", leeremos en muchas de sus cartas. Provee también a través de los aparentes obstaculos, o es más, por medio de ellos. << Yo creo - dirá convencida - que todos los obstaculos son permitidos del Señor>>.
Ya se está delineando su fisionomía: humildad, semplicidad, jovialidad, silencio, calma, paciencia. Dejar hacer al Padre, que ve y provee, cómo y cuándo Él lo quiere. La salud de su mamá dejaba mucho que desear, el papá trabajaba día y noche en el molino, Agustino le daba una mano al padre, José tenía que estudiar. La mayor de las hermanas era ella, Assunta, y ella se encargó de los hermanitos, porque mamá no podía hacerse cargo sola. Y Assunta cuidaba de sus hermanos y hermanas, ayudaba a cocinar, lavar, limpiar, enseñaba las oraciones de la mañana y de la tarde, y de vez en cuando también ayudaba en el turno de noche a su papá o a su hermano, para que se pudieran tomar alguna hora de descanzo.
Era una vida dura aquella de la familia Marchetti... todo el día en movimiento y siempre cosas para hacer. Su trabajo era necesario en casa. Y la vocación, entonces? la habia meditado y madurado en el encuentro cotidiano con Cristo, y por eso decide de manifestarla a sus padres. el padre, un hombre de fe generosa le deja la vía libre. La mamá, en tanto, no se siente de quedarse privada de la ayuda de Assunta. No entendía oponerse a la vocación de su hija, no era una madre egoísta, sabía bien que los padres son para los hijos, y no los hijos para los padres. Y por su frágil salud le pidió a su hija de continuar a ayudarla en la tarea de criar a sus herman@s. Assunta aceptó las razones de la mamá y entendió que por el momento ésto era la Voluntad de su Señor.
Y como sucede, cuando una muchacha asume toda o en parte la responsabilidad de los hermanos, se aprende a ser más seria y madura mucho más rápido de aquello que la edad comporta. Assunta fué rodeada de un respeto afectuoso, y fué en este respeto de familia que comenzaron a llamarla la "monjita", por la seriedad de comportamiento, por la medida con que sabía equilibrar la energía del mandato con la alegría de los juegos comunes, por la premura con la que acudía a todos como una religiosa de hospital, por la fidelidad a Dios y al recogimiento. Sólo con las hermanas más pequeñas se mostraba más severa y usaba las manos. La mamá intervenía para disculpar las travesuras de las niñas diciendo: "Pobrecitas, no han conocido el papá". Y Assunta respondía: "Si no lo han conocido, se los hago conocere yo!".
Tomado integramente de sitio de Hermana Alma, con mucho agradecimiento.
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