26 octubre 2006

DESCANSEN EN PAZ!!!


Descansen en paz!...

Por seis años consecutivos, la Comisión de Pastoral de Migrantes ha organizado la conmemoración de todos los fieles difuntos migrantes en el Asunción Sagrario Metropolitano, ubicado en el Zócalo de la ciudad de México, Distrito Federal.

En este día traemos a la memoria a nuestros hermanos migrantes fallecidos, quienes no alcanzaron el ”sueño” de vivir con dignidad junto con sus familias.

Hiere nuestro espíritu saber que a pesar de haber pagado el alto precio de separarse de sus seres queridos, no consiguieron llegar a las tierras allende a nuestras fronteras del norte; no por falta de voluntad, ni tampoco por escasez de recursos económicos, sino por los muros de odio e individualismo; por la militarización de las fronteras; por considerarlos terroristas; por no tener el apoyo de nuestro gobierno en el campo; por no tener la oportunidad, en su país, de un trabajo con un “salario familiar”; en fin, por ser pobres marginados y olvidados.

Muchos de nuestros hermanos y hermanas migrantes que sucumbieron no fueron identificados. Ellos, quienes habían nacido en un seno familiar y tenían un nombre, en un instante, desaparecieron de esta vida terrenal ignorados y alejados de los brazos cálidos de sus familiares.

Los seres queridos que se quedaron en sus pueblos no tienen la mínima idea si aún viven. Mirando al cielo como buscando una respuesta se preguntan: ¿Dónde estará mi esposo, hijo, papá o mamá que cruzaron la frontera estadounidense?... Dudas mordaces desangran su alma: ¡Y si siguen vivos!... ¡No comprendo por qué se rompió nuestra vida familiar! ¿Dónde podremos honrar su memoria? ...

Así y como Iglesia peregrina, no debemos descansar hasta que la “justicia y paz se besen” (Sal 84:10), hasta que consigamos darles el lugar que merecen en una sociedad donde se busca impere la democracia e igualdad.

Al recordar que “el Señor protege a los extranjeros y sostiene a los huérfanos y a las viudas” (Sal. 146:9), nosotros hagamos la parte que nos corresponde comenzando con esta celebración Eucarística, donde compartimos el dolor de la ausencia de los migrantes fallecidos y al mismo tiempo la alegría y esperanza de que ellos se encuentran en el seno de Dios Padre, porque tenemos la confianza de que el Señor “sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas” (Sal. 147:3).



Hna. María Arlina Barral Arellano, mscs.
Directora de la Pastoral de Migrantes
Arquidiócesis Primada de México

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